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![]() Por Elizabeth de Bocaletti
Esta es una expresión que oímos con frecuencia: “era un mar de lágrimas”, con algún tipo de exageración usamos esta frase para describir a alguien que lloraba “a moco tendido”. Es decir, lloraba intensamente. Las emociones son una parte importante de nuestro ser. 1ª. Tesalonisenses 5:23 dice “…y todo nuestro ser espíritu, alma y cuerpo sea guardado…” . El Señor no nos ve solo en partes, nuestra parte espiritual o nuestra alma, sino integralmente. En esta integridad de nuestra humanidad, las emociones son una parte fundamental de nuestro ser. Parte que Dios anhela que sea “guardada”. Por eso las emociones en nuestra vida cuentan. El llanto y el derramar lagrimas, es una expresión de dolor, de tristeza o muchas veces de enojo y rabia, A veces también lloramos de vergüenza y desesperación. Las lágrimas además de proteger y lubricar el ojo, tienen una función o mejor dicho un lenguaje emocional. Son una expresión del alma. La relación de las glándulas lagrimales que producen las lágrimas, con las emociones es aún un terreno muy desconocido. Se sabe que a nivel neurológico existe un control denominado supranuclear o cortical, donde están involucrados la corteza cerebral y núcleos profundos que son los que generan emociones. De alguna forma desconocida hasta ahora, envían información nerviosa a la glándula lagrimal para que se contraiga y elimine el contenido acumulado. En nuestra sociedad el llanto es visto como un signo de debilidad o inseguridad y llorar en público no está bien visto culturalmente. A las mujeres no nos gusta que los demás nos vean llorar. Queremos reservarnos esta expresión para la intimidad, pero cuando hay una reacción a un sentimiento súbito, nuestro ser nos traiciona y salen las lágrimas y el llanto sin mayor control. Una mujer puede aprender a manejar esta expresión o lenguaje de las emociones y reprimir las lágrimas y literalmente “tragarse el llanto”. Esto requiere entrenamiento para manejar sus emociones. Es sabio para una mujer, reconocer el mejor tiempo y lugar para desahogar sus emociones. Pero una mujer que es dura, no conoce el lenguaje de las lagrimas, y se pierde la tremenda bendición del llanto. No quiero decir que es agradable ver mujeres lloronas… que por todo y por cualquier cosa están llorando. El llanto puede sanar El llanto puede ser utilizado por algunas personas, mujeres especialmente, pero también algunos hombres, para manipular a otros. El ver llorar a alguien transmite un sentimiento de empatía, otros empiezan a llorar inmediatamente con el que llora, lo cual es bíblico “llorar con los que lloran”. Pero muchos también se ven tan influenciados por el que llora, que terminan haciendo la voluntad del que llora. ¿Quién no ha oído de las “lágrimas de cocodrilo”? Un llanto que es producido por emociones verdaderas tiene un poder altamente sanador y liberador. Nos libera del dolor y el sufrimiento interno. Cuando este dolor no es expresado y se mantiene oculto, toma mucho más tiempo el ser sanado. Conozco de una mujer que se volvió muy famosa en su época, no por su vida desordenada, ni por lo bien que le hubiese ido en los negocios, o por haber sido hermosa, sino ser una mujer que derramó sus lágrimas, lágrimas que nacían del corazón, producto de su arrepentimiento y su confrontación. Esta mujer fue famosa porque lavó los pies de Jesús (Lucas 7:36), no con agua limpia y pura sino con sus lágrimas y sus cabellos. En un acto de sumisión, ella expresó su gratitud y su amor. Como una pecadora arrepentida hizo un acto que mostró su tierno amor para su Señor. ¿Cómo no sentir un amor tan grande para un perdón tan grande recibido? Jesús luego les aclara a los que vieron este acto “ … al que más se le perdona, más amó”. El lavar los pies de un visitante al llegar a la casa era signo de bienvenida y honra. Por lo que esta mujer con un corazón contrito, honró a su Señor y le dio la bienvenida al Salvador de su vida. Después de esto la mujer fue liberada de su pesar, su dolor y su angustia, experimentando sanidad del corazón. Nuestras emociones son expresadas a través de nuestras lágrimas y, cuando derramamos nuestro corazón ante el Señor, experimentamos la sanidad y el perdón que necesitamos. Llorar es visto como un signo de debilidad que desde muy chicos se nos enseñan que “¡Los hombres no lloran!”, limitando así a los varones, esta expresión de humanidad. De allí que cuando son adultos les da vergüenza a los hombres llorar, perdiéndose de una gran bendición de sanidad y restauración. La Palabra de Dios nos dice que “Jesús lloró” Juan 11:35. En una expresión espontánea, Jesús mostró su dolor. Experimente la paz No tenga temor de llorar, no sientas la debilidad, siente el descanso y la restauración. Humillarnos y derramar nuestro corazón delante del Señor, llenar su trono con nuestras lágrimas de arrepentimiento y de dolor, traen un refrescamiento y sanidad, un descanso y una paz que solo Jesús nos puede dar. Busca un lugar privado si no quiere ser vista cuando lloras y derrama tu corazón, donde en intimidad puedas vaciar tu corazón, tu dolor, tu frustración o tu decepción, allí sale todo dolor y todo temor. Derrama tus lágrimas como expresión de tu gratitud y tu arrepentimiento, por recibir ese amor tan grande de Jesús. El alivio vendrá y esa sensación de plenitud y descanso será renovador en su vida. Que podamos decir como el salmista “Pon mis lágrimas en tu redoma” Salmo 56:8. La redoma, era un recipiente pequeño con cierre donde se guardaban en tiempo antiguo el aceite, perfumes y ungüentos. Con ese especial cuidado Dios guardar tus lágrimas por ser la expresión y el lenguaje de tu corazón y tus emociones. Después de una buena llorada, la sensación es algo así como una noche de lluvia sobre la vegetación, al amanecer del próximo día se respira una sensación de frescura, el olor de tierra mojada que dice: hay esperanza y vida. Es la misma sensación después de un tiempo con nuestro Señor en comunión y muchas lágrimas, allí encontrarás esperanza y vida para todo tu ser.SIGUIENTE MUJERES ... |
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