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Gran parte de los problemas matrimoniales se deben a que se viola el orden asignado por Dios para cada uno de los cónyuges creyentes. La influencia del mundo, un modelo paterno incorrecto, las deformidades de nuestro propio carácter, y una carencia de enseñanza bíblica sólida, han atentado una y otra vez contra la armonía familiar. Ante esto, sólo nos queda mirar al Señor y buscar la sana enseñanza de la Palabra de Dios.
Lo primero que debemos dejar claro es que Dios ha diseñado el matrimonio, por lo tanto, sólo él puede enseñarnos acerca de cómo éste debe funcionar. Dios le ha asignado un cierto papel a cada uno de los cónyuges. Ignorarlos, o inventar substitutos, es buscar el fracaso matrimonial. El marido tiene un papel y la mujer tiene otro, de acuerdo a la configuración física, psicológica y espiritual de cada uno. El perfil de uno y otro no depende de la ideología o teoría de moda, sino del diseño de Dios.
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