Para que esto suceda es necesario que sepamos muy bien que somos y quienes somos. La palabra de Dios dice que como iglesia somos el cuerpo de Cristo, y de manera individual somos órganos de ese cuerpo. 1 corintios 12: 27 “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular” Colosenses 1: 18 “y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” También sabemos que por haber recibido y creído en Cristo somos hechos hijos de Dios. Juan 1: 12 “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” Si somos cuerpo de Cristo e hijos de Jehová de los ejércitos, entonces nuestro comportamiento tiene que ser muy especial. V 2 “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor” el linaje se tiene que notar. Nuestro reto es muy alto. V 13 “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” tenemos que llegar a parecernos a Jesucristo en su carácter, y en su propósito de salvar al mundo. Nuestra actitud por lo tanto tiene que ser coherente con lo que somos, no solo en cuanto a nuestro compromiso, y buen comportamiento, sino también en sentirnos que somos hijos de Dios, y hermanos de Jesucristo, el saber esto debería llenarnos de valor y alegría, en otras palabras podríamos decir que el saber que somos hijos no de cualquier persona sino de Dios debería hacernos sentir “orgullosos” en la tierra podemos ver ejemplos, los hijos del presidente de la república no creo que anden con la cabeza baja y avergonzados al decir a la gente de quien son hijos. Lógicamente que nuestro comportamiento debe ser acorde a lo que decimos que somos. El que es hijo de presidente como hijo de presidente, y el que es hijo de Dios como hijo de Dios V 26-27 “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, Mantener una vida como la de Cristo no es fácil, es necesario estar cerca de Jesucristo, en nuestras propias fuerzas sería imposible, no es la fuerza de voluntad la que nos hace cambiar. Es Dios. V 17-18 “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, Cuando una persona se aleja de Dios, pierde sensibilidad, es decir ya no siente nada, ni lo malo ni lo bueno, una persona con lepra lo que pierde es la sensibilidad en sus miembros, por lo tanto puede cortarse y no siente ningún dolor, esto hace que no se cuide, la herida se le infecta y pierde el órgano afectado. El cuerpo pierde sensibilidad cuando los órganos del cuerpo se desconectan del cerebro, por lo tanto cuando alguien se corta, el cerebro no lo capta y no puede enviar la sensación de dolor. Una persona alejada o desconectada de Dios, está en esa misma condición. V 19 “os cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza” Lo único que puede darnos o devolvernos esa sensibilidad es el espíritu santo, el consolador nos convence de pecado, nos dice que lo que estamos haciendo está mal, en el caso del cuerpo con lepra le dice que su órgano ha sufrido una herida. Juan 16: 7-8 “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Dios nos ayuda pero es necesario que nosotros aprendamos a renunciar a las cosas que no son buenas, cuando lo hacemos estamos demostrando que lo que más nos interesa es Dios, pero que nos cuesta dejar algo malo, en ese momento Dios actúa y nos ayuda a dejar aquello que hemos renunciado.22 “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos” Dios nos trasforma, y nos perdona pero es necesario que nosotros aceptemos ese perdón, y creamos que ahora somos nuevos, de esta forma el enemigo no tiene forma de acusarnos por las cosas que hicimos en el pasado. V 24 “y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” Conclusión: Solo Cristo puede cambiar nuestra forma de vivir, recuerda que en el todas las cosas son echas nuevas. 2 Corintios 5: 17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” no importa lo que hiciste o dejaste de hacer, ahora eres nuevo(a) no dejes que el pasado te amargue el presente y el futuro. |
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